Estudiando medicina en una isla
“Mis padres siempre nos han animado a viajar, a comprender el mundo y a apreciar diferentes culturas, y creo que esto fue lo que inició mi viaje”.
Como estudiante de medicina en el Caribe, Rachel Beaulieu describe su historia como poco convencional. Tras dejar su trabajo en el sector farmacéutico, Rachel decidió irse a vivir a Dubái durante tres años para trabajar como azafata en Emirates Airlines, mientras cursaba simultáneamente una maestría en salud pública. ¡Digamos que Rachel no se deja vencer por las malas!
Fue mientras cumplía su meta de coleccionar 30 sellos nuevos en su pasaporte que Rachel descubrió su amor por las diversas culturas y personas que conoció al viajar por el mundo. Estudiar medicina siempre había sido su plan, así que, estando en el extranjero, se preguntó: "¿Por qué no hacerlo ahora y, al mismo tiempo, tachar algo de mi lista de deseos: vivir en una isla?".
La Escuela de Medicina Saint-James de Anguila sigue el currículo estadounidense, lo que le permite a Rachel completar un programa intensivo de dos años en Anguila y luego realizar dos años más de prácticas clínicas en Estados Unidos, lo que le permite obtener su título de "Dra." Durante sus prácticas clínicas, la estudiante de medicina explorará las especialidades en las que desea centrarse, que combinan neurología y oncología.

Desde el inicio de su viaje, ¿qué historia ha sido la más impactante?
Creo que vivir en los Emiratos Árabes Unidos fue una experiencia fascinante, ya que trabajé directamente con personas de más de 150 nacionalidades. Mis compañeros de trabajo venían de todas partes del mundo, con una gran variedad de culturas, costumbres, identidades y experiencias. Fue un cambio radical para mí, ya que el estilo de vida y la ética laboral de cada uno son tan diversos que aprendía algo nuevo cada día. Creo que no hay nada comparable a trabajar para Emirates. Es la aerolínea más grande del mundo y las experiencias que viví son inolvidables. Es tan especial que, para la mayoría, volver a la vida real es muy difícil. Estábamos en África el martes, luego en Nueva York el miércoles, justo a tiempo para ir de compras a Londres el sábado y para comer comida tailandesa en Bangkok el lunes siguiente. Nada se compara con este estilo de vida; siempre hay algo nuevo y emocionante.
« Diría que esta experiencia me enseñó a tener siempre la mente abierta y aprendí mucho sobre las costumbres y tradiciones de diferentes países, lo que me ayudará a comprender y valorar a mis futuros pacientes, sin juzgarlos».
Hay una cita que vi una vez en un museo de Alaska que me encantó. Decía: «Lo que no vivimos, no vemos o no hacemos, nunca lo entenderemos».
Después de visitar más de 70 países, la curiosa niña interior de Rachel todavía busca ampliar la lista y aprender más sobre nuevos países.
Solo queda una pregunta por responder: ¿dónde veremos a Garde-Malade la próxima vez? ¿En la Antártida, Groenlandia, Mozambique, Botsuana o, mejor dicho, Mongolia? Sea donde sea, nos dejará hermosos recuerdos.
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